sábado, 16 de marzo de 2013

Reflectores de Honra


Y mi honra no la daré a otros. —Isaías 48:11

Bárbara Mertz se queja del faraón egipcio Ramsés II. En su libro Templos, tumbas y jeroglíficos, esta arqueóloga escribe: «Uno se cansa de tanto Ramsés. Su rostro, su figura y su nombre están esculpidos en más de la mitad de los muros que aún quedan en pie en Egipto; al menos, eso parece». En su insaciable sed de honra, Ramsés se deleitaba en la religión egipcia, que enseñaba que el faraón era dios.

Compara el deseo de honra de Ramsés con la actitud de Pablo y Bernabé.

En uno de sus viajes misioneros, enfrentaron una situación donde rechazaron aceptar “gloria”. Cuando la multitud de la idólatra ciudad de Listra los vio sanar a un paralítico, exclamó: «¡dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros!» (Hechos 14:11). De inmediato, prepararon animales para sacrificarlos en honor a ellos. “..y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay”. (v. 15). No podemos compararnos con los apóstoles en cuanto a sus logros para Dios, pero todos hacemos cosas para Él. Es allí, entonces, donde debemos ser «reflectores de honra» y asegurarnos de que el Señor sea quien reciba toda la gloria por las cosas que nosotros hacemos.


Fuente: Nuestro Pan Diario

No hay comentarios:

Publicar un comentario